Hacer ciencia es acercarse a Dios
Escribe Modesto Montoya (*)
Contrario a la creencia de muchos, la ciencia y la fe habitan juntas en las mentes más claras del mundo. Hay por cierto científicos sin fe como también religiosos que rechazan la ciencia. La confrontación es parte de una vieja época, la que, afortunadamente, está superada.
En el siglo XX, algunos científicos usaban sus creencias religiosas en su trabajo científico. El mayor cerebro de la historia, Albert Einstein, se opuso a la teoría cuántica pronunciando la ahora famosa frase “Dios no juega a los dados”, a lo que Niels Bohr (el físico que sostenía la teoría cuántica) respondió: “Señor Einstein, ¡deje de decirle a Dios lo que debe hacer!”. La teoría cuántica es hoy aceptada por todos.
Cuando en 1633 Galileo fue procesado y condenado por informar lo que observaba con su telescopio, de lo que dedujo que la Tierra gira alrededor del Sol, se creó una brecha entre la ciencia y la iglesia católica. En 1982, Juan Pablo II visitó el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) en Ginebra y pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia. Así se derrumbó el muro de la intolerancia.
Hoy en día los científicos que creen en Dios no se hacen problemas. Pueden ser creyentes y practicantes de una religión. Entre los científicos que investigan el origen del universo está Barton Zwiebach, brillante investigador MIT (el centro mayor de la intelectualidad científica del mundo), propulsor de la teoría de cuerdas. Para Zwiebach todas las partículas que existen en el universo son en realidad cuerdas. La diferencia que hay entre ellas se debe a sus frecuencias de vibración. Para escribir esta nota hemos conversado con este notable científico (Veawww.cienciaperu.tv) sobre la relación entre la ciencia y la religión.
Ziewbach nos recuerda que la religión dice que Dios creó el universo, por lo tanto tuvo un principio. Los físicos, hasta los años 70s, señalaban que el universo siempre existió, de modo que no tenía principio ni fin, que era eterno. Luego, los científicos descubren que el universo parece tener un principio. De modo que los religiosos estaban más cerca de la teoría científica actual que los científicos.
Para Ziewbach, la religión forma los aspectos morales de su vida, mientras que los aspectos científicos e intelectuales están modificados por la ciencia. Barton es judío y se identifica como un conservador que mantiene sus tradiciones: “pienso que creer es algo muy personal, y al final de cuentas no es tan importante como mantener una identidad y un comportamiento moral informado con las ideas religiosas”.
Mi abuelo José, descendiente de la cultura Cuidista, contemporánea con Chanchan, cuando me enseñaba a “observar y pensar” solía decir: “tratar de comprender lo que observas es acercarte a Dios”.
La religión y la ciencia pueden convivir sin problemas. Sin embargo, cuando los encargados de liderar la política científica, o las autoridades religiosas que resguardan la moral, quieren avasallar a los que piensan diferente a ellos, se manifiesta una intolerancia anacrónica.
(*) Presidente de la Academia Nuclear del Perú
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