Ecribe Modesto Montoya
La inequidad, la corrupción, la inseguridad, la cuasi inexistencia de innovación, en otros aspectos relacionados, parecen constituir una realidad que desorientan y desaniman a los empresarios. El Perú atraviesa un periodo de tal gravedad que, para los participantes de la CADE 2012, se requiere acordar estrategias para sacar al Perú del hoyo histórico en el que parece haberse entrampado.
Los empresarios peruanos reconocen que el crecimiento económico que vive el Perú no ha significado un avance para la sociedad. Ni siquiera se ha hecho algo significativo para impulsar la innovación. Según los datos del Banco Mundial, mantenemos bajo el nivel de exportación de conocimiento. Para cambiar esta realidad se debe iniciar un sostenido esfuerzo en la formación en ciencia de las nuevas generaciones.
Hasta ahora, las empresas han atinado en auspiciar iniciativas que llevan al campo escuelas centradas en la lectura y en lasmatemáticas. Eso es bueno, pero debemos recordar que las matemáticas son solo parte de un lenguaje para describir fenómenos naturales y procesos tecnológicos, los que deben ser descubiertos o inventados por científicos eingenieros entrenados para investigar.
Falta estimular en los niños el espíritu científico con el que nacen todos, y consolidarlo en las universidades a través de la investigación en equipos liderados por los profesores. Para ello es urgente la formación de los padres, de modo que preparen a sus hijos en los hogares, para que a las escuelas lleguen niños curiosos y deseosos de observar e interpretar lo que observan.
Cuando cumplí 8 años, mi abuelo me enseñó muchos juegos que luego supe que eran juegos matemáticos y científicos. Un día me pidió que dibujara la luna medio llena, entonces dibujé una suerte de D. Primero observa el fenómeno real y luego dibuja, me pidió. Cuando lo hice me di cuenta que la luna medio llena era una D inclinada, y no vertical como la dibujaban casi todos.
En otra ocasión, siempre bajo su dirección, con una tijera hice un pequeño agujero en forma de triángulo en una cartulina que luego puse bajo la luz solar para mirar la imagen que se formaría sobre el suelo. Imaginé que iba a ver un triángulo luminoso: resultó un círculo. Acerqué el papel al suelo y entonces sí que apareció el triángulo. Con este y otros experimentos similares, mi abuelo generó en mi una inmarchitable curiosidad y placer en el proceso de la experimentación científica con elementos sencillos de la vida cotidiana.
Estas son las ideas que me sirvieron para crear, en 1992, un semillero científico. Los profesores son científicos e ingenieros; y los alumnos son niños que muestran curiosidad e interés por los experimentos. Los resultados son contundentes: varios egresados están en laboratorios mundiales de excelencia.
Para formar científicos e ingenieros, no es necesario contar con equipos o laboratorios complejos. Es bueno que los padres se enteren sobre los innumerables experimentos que pueden realizar en su entorno familiar y comunitario. Con esos experimentos, padres e hijos pueden tener fines de semana de esparcimiento científico y, de esa forma, contribuir con un proceso de formación de las generaciones de empresarios basados en el conocimiento científico y tecnológico.
Los empresarios peruanos están preocupados y quieren actuar en forma colectiva, de suerte que sus proyectos sean viables, que sus empresas crezcan en un entorno amigable, que el desarrollo sea sostenible y que, en el mediano plazo, se concrete algo de los sueños que tienen para el Perú.
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