Escribe Modesto Montoya
A partir de los años 90 empezó en el mundo el fenómeno de la subcontratación o tercerización empresarial, la que consiste en la ejecución de una función empresarial por un proveedor externo. Este proceso se aplica especialmente en empresas cuyos tamaños no les permiten contar con una unidad permanente dedicada a una tarea de duración limitada. Sin embargo, en numerosos casos, la subcontratación se ha generalizado a funciones de carácter permanente. Así, una institución puede tener pocos empleados estables y un enjambre de empresas que cumplen las funciones para las que fueron creadas. Desde mediados de los años 90, los sucesivos gobiernos del Perú han usado la subcontratación para algunas funciones antes propias del Estado, lo que ha terminado convirtiéndose en una suerte de tercerización parcial del Estado.
Con la tercerización del Estado se busca superar las limitaciones de los funcionarios públicos. Ya no se necesita gente bien entrenada. Para qué, si para diseñar políticas públicas, por ejemplo, puedes subcontratar a una empresa. Así se multiplican los diagnósticos y procesos diseñados por organismos privados nacionales o internacionales. A estos organismos se les pregunta qué se debe y cómo se debe hacer.
¿Que la educación estatal es de pésima calidad? No importa, hay que tercerizarla. ¿Que los penales son una coladera? No hay problema, entreguémoslos a una empresa privada. En realidad casi todas las instituciones de gobierno tienen problemas: tendríamos que tercerizar sus funciones.
Para evitar tener servidores públicos que necesiten tercerizar sus funciones, lo sano sería designar en los cargos de gestión a gente con experiencia, por ejemplo a esos expertos que hacen el trabajo de los titulares.
La alternativa es crear una Escuela Nacional de Administración Pública, para formar a los gestores del Estado. A ella tendrían que ingresar profesionales de diversas especialidades para compenetrarse con la naturaleza del Estado y entrenarse en su gestión.
No sería algo nuevo, hay varios países que tienen prestigiosas escuelas de administración pública. Francia es uno de ellos. Hay profesionales peruanos que se han formado en esa institución. Pero lo ideal sería formarlos en casa, porque se estarían entrenando en las estructuras en las que se desempeñarán como funcionarios.
Siempre habrá necesidad de tercerizar algunas tareas temporales, en las que podrán trabajar los organismos privados. Sin embargo, para contar con un Estado eficiente es imprescindible contar con funcionarios públicos formados en una escuela que capte a la élite nacional de la gestión pública. Lo que no es recomendable es duplicar el gasto con servidores que requieren de terceros para cumplir con sus funciones.
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