Los fosfatos de Bayóvar y su contenido de uranio son temas que resurgen periódicamente en los medios y se desata entonces una serie de especulaciones. Cuando ello ocurre acudo a Jacinto Valencia, experimentado geólogo del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN). Hay otros geólogos del uranio que merecerían un libro sobre sus historias, libro que creo debería ser escrito por Carmen Ruíz de Pardo, química nuclear e historiadora, la que siempre los incentivó en su odisea uranífera. Solo que, de la legión uranífera del Perú, Jacinto es el único que queda en el IPEN, con quien he conversado tantas veces, algunas de las cuales dejó notar su melancolía por aquellos tiempos en los que el uranio era la vida y pasión del IPEN. Esta nota, en gran parte, es fruto de lo que él me ha contado.
El interés por el uranio en el Perú empezó con la antigua Junta de Control de Energía Atómica (JCEA), la que estudió depósitos hidrotermales hasta 1956 e identificó mineralizaciones de uranio en Vilcabamaba, Cusco, Colquijirca, Pasco y en los fosfatos de Bayóvar. La eventual explotación uranífera en esos lugares aparecía como no rentable. Paralelamente, se hizo mediciones radiactivas de concentrados de exportación. Se exploró más de 120 000 km cuadrados de terrenos geológicos, cuyos resultados fueron publicados en el libro “Uranio en el Perú”, en el año 1966.
En 1975, en plena crisis petrolera, se creó en IPEN, uno de cuyos principales propósitos era explorar uranio como fuente de energía alternativa. Se delimitó siete ambientes geológicos y se descubrió distrito uranífero de Macusani (Puno). En 1980 se abre la posibilidad a la inversión privada para la exploración uranífera. Se promulgó la “Ley de Minerales Radiactivos” (D.L. 23112) para promover la exploración, explotación y beneficio de minerales radiactivos.
El año 1992 se promulga la Ley de Promoción de la Inversión en Minería del Ministerio de Energía y Minas. En ese tiempo, el precio del petróleo era bajo y las potencias nucleares habían acumulado abundante uranio. Entonces, el IPEN dejó que las áreas de reservas que tenía otorgadas en Macusani pasaran a ser de libre actividad por terceros.
En el siglo XXI ha renacido el interés por el uranio y una serie de empresas están buscando explotar el uranio de Macusani. La tecnología de prospección del uranio ha dado un salto “estratosférico”: hoy se cuenta con técnicas de imágenes satelitales que permiten una inmediata identificación de alteraciones radiactivas en los suelos. Similar avance se tiene para el proceso metalúrgico para recuperar uranio. Ahora también se cuenta con nuevas técnicas de análisis.
En cuanto al yacimiento de fosfatos de Bayóvar, hay reservas de 587´670,000 toneladas métricas de fosfatos con 30.5% de P2O5. El contenido de uranio en estos fosfatos varía de 30 a 100 ppm, con un potencial de 15 000 toneladas métricas de uranio, cuya recuperación es posible a partir del tratamiento de la roca fosfórica en la obtención industrial del ácido fosfórico (Los fosfatos usados para fines fertilizantes son preocupación de los ecologistas). La organización “Los Ecologistas en Acción” señala que los fosfatos de Marruecos que procesa Ercros en Flix contienen hasta 185 ppm de uranio mientras que los de Rusia, por ejemplo, solo contienen 11 ppm).
En una reciente conversación con un científico peruano (prefiere mantener su nombre en reserva), quien permanente viaja entre Brasil y Perú y está en comunicación con empresarios brasileros e investigadores en ciencia de materiales, me enteré de que la empresa brasilera que explota parte de los fosfatos de Bayóvar los vende como materia prima sin ningún tipo de procesamiento.
Por mi parte, estoy convencido de que las reservas de Bayóvar, como tantas otras reservas de recursos naturales, deben ser motivo de evaluación profunda por parte del futuro Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica, el que tiene que proporcionar la información científica como para tomar decisiones informadas sobre la manera de utilizarlas sustentablemente.
domingo, 5 de febrero de 2012
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1 comentario:
Muy buen articulo, gran aporte para las geociencias. Felicitaciones!
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